martes, 22 de septiembre de 2009

Cuba, un destino no escogido

Con la canción de Decadencia de fondo, el blog de Yioani Sánchez, las noticias sobre Pánfilo y los breves sobre el concierto de Juanes, Miguel Bosé y compañía, trato por fin, tras dos meses, de asentar vivencias, de ordenar en mi cabeza el desconcierto de la realidad cubana. Realidad indescifracifrable, pelea de argumentos se me cruzan tras el repaso a las conversaciones con aquel universitario con rastas que no se contuvo en sus iniciales propósitos de no comentar nada relacionado con política, el refresco de Ciego Montero con Yioani, el profesor universitario que se ganaba la vida buscando huéspedes para casas cercanas y que veía en el resurgimiento del socialismo iberoamericano la vuelta al siglo XX, donde capitalismo y comunismo se peleaban por el mundo; el museo de la revolución o aquel chico de la playa de Baracoa que dos años de servicio militar habían provocado un corte en su vida casi irrecuperable.

Si tuviese que plasmar en una imagen la sociedad cubana sería la de un sociedad con un yugo, que se arrastra quejosa, que no puede erguirse y hacerse con el destino de su propia vida porque carga sobre sus espaldas el peso de una idea, una idea que otra generación se colgó y que quiso soportarlo con la contrapartida de tener una existencia coherente ideológicamente, con ética, justa, solidaria e independiente, para ello se nutrieron de un poder que dirigiera esta opción y sumase esfuerzos para andar por
este arduo sendero. El problema fue que este poder fue traspasando la herencia pesada a quienes no sabían por qué lo soportaban, a quienes no se plantearon si preferían la ideología a la comodidad, a los que no saben si la solidaridad y la independencia son valiosas virtudes perseguibles o si se trata de conjeturas del poder para convencer. Una generación en la que la palabra revolución ha perdido todo significado de tanto cartel, pintada y de tanto enarbolarla; 50 años en revolución reitera en uno y otro lugar el poder, la revolución de un pueblo en la que el pueblo aqueja no estar en ella, ni la dirigen, ni participan. Desde arriba tratan también de disfrazar lo que dicta el partido de gobierno, PCC, en ser lo que dicta el pueblo. Una generación que ha oído como sus líderes se emocionaban y se dejaban la piel en heroicos y ornamentados discursos y que nada sino una pasividad aplastante provocaba en sus carnes.


Decía desconcertante la realidad cubana porque un paseo por las calles habaneras da una imagen que impide ver el poder como el tirano y el despótico que los párrafos anteriores nos podían hacer suponer. Largas colas se atropellan en las puertas de las dulcerías, los más presurosos salen de la tienda con enormes y edulcoradas tartas de un rosa artificial, que transportan en equilibrio imposible sobre bicicletas y motos. El carnaval llega a mediados de julio a Santiago de Cuba, la feria abarrotada no para de repartir boletos para las apelotonadas atracciones, los puestos de comida atienden a ingentes cantidades de manos que persisten en hacerse hueco y que atienden desconociendo a que cara corresponden. Jóvenes en una noche de fiesta se intercambian a través del bluetooth de sus teléfonos móviles, los últimos éxitos del reggaeton. Minuciosas muestras marcan las escasas diferencias sociales entre la población, diferencias sociales que no conllevan mejor asistencia sanitaria, ni educación, ni siquiera crea sobre el plano de las ciudades los guetos de ricos y pobres que estamos acostumbrados a ver en el resto del planeta; dentro de una aparente casa cochambrosa puede aparecer un ordenador o en la más lujosa no tener agua caliente. Una sanidad envidiada en todo el continente y una educación con unas tasas de alfabetización superiores a la mayoría de los países ricos.


El gobierno emite dos razones para justificar su poder, uno es la dictadura de Baptista que derribó, poniendo fin a la sumisión a los Estados Unidos y el colonialismo que sobre la isla se ejercía; el segundo, el enemigo a quien aseguran combatir día a día, los Estados Unidos, con conspiraciones a la isla incluidas. Bien es cierto, que podemos admitir el heroicismo de un gobierno que ha podido subsistir pese al bloqueo económico de los Estados Unidos, un intento de aislar de víveres a la población cubana para provocar su rendimiento, el país más poderoso del mundo nunca pudo con la pequeña isla que vive a contracorriente del orden establecido. Pero estas, son las razones por las que detentar el poder, los enemigos que bate y batió. Sin que el pueblo haya clamado que preferían el heroicismo en el subdesarrollo que la sumisión en la opulencia. Mientras tanto, la población no solo siente que el control de su destino les ha sido arrebatado, sino que sufren el control de una sociedad en la que altos porcentajes pertenecen al partido del poder y que marcan el bien y el mal, los buenos y los malos, por lo alejado o cercano que se encuentre del poder. Donde los grupos críticos tienen que aceptar la clandestinidad y donde cualquier gesto, crítica u opinión discrepante convierte automáticamente al sujeto en antipatriota y en enemigo de la nación; son los líderes quienes deciden el grado de patriotismo que siente uno y otro ciudadano. Un gobierno que mira de espaldas al pueblo, que prohibe cualquier trabajo o comercio sin su control, pero estos trabajos casi todos los cubanos los buscan y los encuentran; según afirma, son necesarios para tener la vida decente que el gobierno repite y se atribuye como triunfo propio.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Fiera de millones

Estos días por las páginas de los periódicos además de corrupciones y demás tramas que jamás acaban, ya que las resoluciones judiciales parecen tener más episodios que las telenovelas, aparecen las noticias que anuncian el final de la crisis. Sigilosamente se van dando los buenos datos que pronostican el fin de lo que muchos izquierdosos han llamado "la gran crisis del capitalismo". Pero más que voces parecen cuchicheos, sobre todo después de los estruendosos alaridos que escuchamos cuando el monstruo de la crisis financiera acechaba.

Emitimos sigilososo cuchicheos con la idea de no llamar demasiado la atención de esta gran fiera, mientras agazapados esperamos su huida, no sin temer que en cualquier momento pueda girarse y demostrarnos una vez más su furia. Un comportamiento el nuestro, que sería inteligente si de verdad se tratase de uno de esos amenazantes monstruos mitológicos, pero quizá debamos percatarnos de que esa gran fiera se llama economía, y está creada por nosotros y para ¿nosotros? Bueno más bien para unos cuantos y dirigido, esto si no cabe duda, por unos pocos. Quizá por tanto, no deberíamos guardarle tanto respeto, ni tenerle tanto miedo y quizá aquellos que lo dirigen deberáin asumir que el monstruo no estás bien domado y como buen salvaje ataca. Asumir esta reflexión parece obvio, aunque claro, la clave está en que los ataques son contra los mal asalariados cuidadores de la fiera, mientras sus propietarios se enorgullecen tras sus blindadas vitrinas de tan maganate posesión.

De todos modos, los periódicos también advierten: estimados oprimidos, los parqués bursátiles volverán a batir récords históricos, los impecables bussinesman harán circular de nuevo el dinero como si fueran caramelos, los bancos obtendrñan cifras multimillonarias, las gráficas tendrán escalofriantes repuntes; pero el paro amigos, el paro sin embargo, no repuntará, no; continuará aumentando; así el el juego.

Cumplamos la exigencia de ser optimistas, ¡se acaba la crisis!, una revista satírica norteamericana, "The Onion", no ha tardado en desdibujar esta genial noticia: parece que el finse debe a que se ha encontrado una nueva burbuja con la que especular, esperamos pues, pacientes y optimistas su explosión.

domingo, 7 de junio de 2009

Otra realidad


Mis esperanzas eran escasas, mi pesimismo algo así se imaginaba, pero la escasa ilusión se desvaneció al completo al escuchar los discursos de nuestros políticos tras sus respectivos triunfos y fracasos. Que un 56% de los españoles decidieran no votar no parece significativo para nuestros representantes. Amarrados a sus datos, estadísticas y gráficos, ocupados por como voltearlos, girarlos, tornarlos, magnificarlos, reconvertirlos con la intención de encontrar la perspectiva que menos desilusione al público, ninguno nombra al gran vencedor de la jornada, el no a Europa.

Es que poco tardaron en traspasar resultados y apresuradas conclusiones al terreno nacional: la crisis ha sido la culpable, es un no a la política económica de Zapatero o los gritos de Zapatero dimisión. El afán de ceremonia desveló la estafa que habían ido montando en los quince días de campaña electoral, banderas de Europa, estrellitas a diestra y siniestra, que si por nuestros derechos en Europa, que nos jugamos Europa, etcétera, etcétera. ¡Era todo falso! No era sino una ronda más de su pelea cotidiana, otra ocasión para subir tantos a marcadores.


Nuestra clase política parece mostrar el absurdo de estas elecciones y es precisamente lo que los ciudadanos han dejado claro con su abstención. Un no a la Europa que impone constituciones rechazadas en referéndum, tratando de camuflarlas para “colárselas” al pueblo. ¿Cómo estos mismos señores se dedican ahora a pedir con toda su euforia el voto para un parlamento democrático? Esta Europa ahora tan en boga, tan garante de derechos pero que sirvió como instrumento para excusar las políticas poco populares, como Bolonia, la Ley del Refugiado u otras muchas de inmigración. Se ha expresado el rechazo a un parlamente del que durante cinco años no se ha sabido de su existencia, pero ahora resulta ser fundamental en nuestro gobierno. Parlamento o desván de políticos fracasados, donde se intentan colocar a las figuras incómodas, Mayor Oreja, Almunia, Magdalena Álvarez, Rosa Díez en su momento,...

A todo esto, es a lo que los ciudadanos han decidido dar la espalda, lamentablemente han sido ignorados por la clase política que mañana estarán afanados en cómo dar rédito o transformar la derrota en victoria.

lunes, 2 de marzo de 2009

Tras la tempestad llegó la calma

La noche electoral del domingo fue noche de nerviosismo que se canalizó en intensos y enfrentados sentimientos, la efervescencia de los no nacionalistas vascos contra la frustración de la izquierda gallega, sentimientos que tras las primeras horas se van mitigando al constatar que se trata de una realidad a largo plazo, por lo menos cuatro años.

Han transcurrido dos días desde que los llamados a las urnas ejercieron su voto, ahora el nerviosismo se ha transformado en una sosegada calma y las reacciones esperadas van sucediendo a su ritmo, Patxi López comienza a dejar sus primeras insinuaciones sobre su gobierno; los profundamente derrotados, Touriño, dimiten; los que no saben que decir ante la inesperada situación con la que se han levantado, Ibarretxe, se mantienen callados.

Calma, que nos resulta idílica, por lo extraordinario; estábamos acostumbrados a una dura campaña, un tira y afloja a ver quien conseguía tener más fuerza en esto de desvelar chanchullos. Una furia que irrumpió en plena campaña y que al fin parece que se va consumiendo, alimentada por los partidos y sus condescendientes medios, que pusieron su más ingeniosa maquinaria en funcionamiento, con el objetivo de demostrar quién se sacaba el mayor escándalo de la chistera.

Una campaña en la que se especuló, se desmintió lo evidente, se trató de derribar la estructura democrática, se criticó con el insulto, se bromeó con lo grosero, unas elecciones convertidas en nacionales y que suponían tanto para uno como para otro el descalabro o la mitificación.

La verdad es que era más que transcendente lo que uno y otro se jugaban. Rajoy se encontraba pendiente de un hilo; todo a su alrededor quedaba contaminado de inexcusables delitos, su liderazgo quedaba cada vez más ridiculizado. Zapatero, le faltaba un pequeño toque para caerse del trapecio en el que guardaba el equilibrio ante la crisis económica.

Tras leer el último capítulo de esta novela, nada espectacular ha ocurrido, ninguno se desplomó. Rajoy se apoya en la mayoría absoluta de Galicia para legitimar su liderazgo y Zapatero se fortalece al erigirse como garante del cambio en el País Vasco, aunque de aquí también se lleva un pizco el líder popular, quizá parta con algo más de ventaja pero parece que para saber el desenlace tendremos que pagar el precio de la entrada de la segunda parte.

lunes, 23 de febrero de 2009

Ojalá fuese mañana


Fotografía: Macarena Soto

Se trata más bien de expresar que de reclamar, en una historia que tiene mucho de lo último. Una historia de la que fuimos  partícipes y de la que ya desgraciadamente poco nos queda en nuestra cabeza embarullada. Hablo de un viaje a los campamentos de refugiados saharauis.

Allí, en Argelia, en pleno desierto, un muro y la zona de mayor densidad de minas anti persona del mundo separan a 200 mil saharauis de sus casas. Esperan una respuesta del mundo occidental, sin que nada parecido se avecine. En esta situación perviven desde hace más de treinta años, en uno de los lugares más hostiles del planeta, la hamada.

Cuando un grupo de universitarios, allá por abril de 2008, llegamos a los campamentos, observamos una sociedad tremendamente abierta y con una moral que a muchos occidentales nos resultó envidiable. En un lugar en el que no había vida y ahora apenas la hay, se instalaron para un momento, para unos días, hasta que la gran conciencia occidental tantas veces idolatrada se percatase de la tremenda injusticia que se cernía sobre ellos. Un momento, que todavía dura, que sigue siendo momento, mientras las administraciones aprueban, refutan y echan atrás resoluciones, planes de paz y demás abstractos términos.

Treinta y un años en los que, sin embargo, ellos, los saharauis, se mantienen pacientes, expectantes. Sus ideas son claras: recuperar sus tierras usurpadas. Pero lo realmente admirable, es que sus ánimos no decaen, son capaces de evitar el pesimismo, la desesperación, la desesperanza, incluso consiguen esquivar aquellos que son traidores, la añoranza, lo bucólico.

Y todo esto, reitero, viviendo en la nada, donde cualquier actividad humana, por primaria que sea, como la agricultura, ganadería o caza resultan imposibles. Sin embargo, cuando llegamos, aquellos hombres y mujeres del olvido, de la nada por fuera y de tanto por dentro, nos acogieron en sus casas y nos ofrecieron todo lo que tenían. El camello, para ellos un plato muy especial, lo comíamos todos los días. Nos dejaron dormir en los mejores lugares, nos prepararon actividades, fiestas, nos dispusieron toda el agua que necesitábamos, bien muy preciado allí.

Es este el corazón saharaui, humilde y tremendamente hospitalario con los que van, según decían, a conocer su situación. Me gustaría que esto sirviese como reconocimiento a los saharauis, capaces de darlo todo, incluso a aquellos que tienen una deuda histórica con su pueblo, como era nuestro caso.

Pero me gustaría que ese reconocimiento no se quedase ahí, en maldita caridad o siquiera admiración, espero que sean narrados en las historietas políticas, que sean objetivo, ya de una vez por todas, de las ambiciones de nuestros gobiernos. Ojalá mañana podamos volver a ver sus caras, gozar de su alegría y de su fuerza, pero el viaje que tenga como destino el Smara, el Aaiun, el Tifariti de verdad, estas ciudades que un día les obligaron a cambiar por polvo y sequedad. Que mañana nos vuelvan a acoger como lo hicieron pero que esta vez sí sean sus hogares.

Ojalá esto ocurriese para que este pueblo sea envidiado por todos, porque ninguno supo luchar contra la injusticia propia sin derramar odio ni rencor. Un pueblo que con el poderío y la fuerza de la justicia puesta en la palabra, habrá sido capaz de derrotar a uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Caso idílico que puede convertirse en real si nosotros, ciudadanos de primera, reaccionamos del letargo.

Esta entrada también está publicada en http://www.imbecilidadrecreativa.blogspot.com/

sábado, 21 de febrero de 2009

¿Diferentes prioridades?


Cuando esta tarde veía la televisión, un intenso escalofrío recorrió mi cuerpo, quizá debido a la escasa costumbre de contactar con la bochornosa realidad, o quizá fue al constatar como se está aniquilando nuestra ya escasa capacidad cerebral; y no es que fuese el programa de Ana Rosa, ni el diario de Patricia, ni tan siquiera se trataba de Gran Hermano, ¡Eran las noticias! Estas señoras que cundo advertimos su presencia les concedemos grandes silencios y fuertes aspavientos y cuando avistamos su marcha, con la melodía del final, nos provoca gran satisfación. Es el deber cumplido.

La razón de tan amargo sentir se produjo al observar que el telediario de Antena 3 (vale, me lo imaginaba) abría con un largo recorrido por aquellos lugares de especial transcendencia en la investigación de Marta, la niña asesinada por su novio. Cuando vi, la vergonzante función teatral que los intrépidos reporteros de Antena 3 habían montado por la geografía española, solo sirvió para constatar que Antena 3, años después, continuaba en ese estado de morbosidad necrófila. Pero cuál fue mi sorpresa, cuando cambio de canal y el mismo espectáculo se estaba emitiendo en la Primera. Con declaraciones del padre y del abuelo de la niña en primicia, incluso nos desvelaron el lema de las camisetas que repartían ¡Qué gran proeza periodística!

Ingenuidad la mía, pensar que en el día de hoy era más importante que el segundo partido de este país plantee que la justicia está al servicio de un partido político o que Hillary Clinton, considere el incumplimiento de los derechos humanos una nimiedad comparado con las relaciones económicas con China. Ingenuidad la mía, si pretendía una mención a la cruda situación que se prevee entre Israel y Palestina tras los primeros contactos para formar gobierno en el país semita.

Aún así, hubo algo extraño que si me chocó: ¡Pero, cómo demonios no usaron este suceso para hablar de la crisis económica! Creo que fue debido a que se quedaron sin tiempo. Había que hablar de Messi.

domingo, 15 de febrero de 2009

A la caza y captura del inmigrante

Hoy nos despertábamos con una noticia bastante desmoralizadora para aquellos que aún creemos en la igualdad, en la justicia, en los derechos de los ciudadanos; desmotivante para los que vemos al inmigrante, no como el diablo personificado, sino como víctimas de los derroteros de esta sociedad.

La noticia era la revelación de un informe de la policía local de Madrid por el cual se instaba a los agentes a detener a un número concreto de inmigrantes sin papeles, además si no se podía alcanzar la cifra en su distrito, se debía acudir a otros con tal de completar el número, que por ejemplo en el barrio de Vallecas se elevaba a las 35 personas semanales, sí, personas. El informe tiene escasa inocencia, de hecho hay un mensaje que queda bien claro: no importa ni cuándo, ni dónde, ni cómo con tal de detener extranjeros. Además venía con premio, concesión de días libres a los agentes.

Como si de una plaga de insectos se tratase, eliminar inmigrantes es la tarea de nuestros cuerpos de “seguridad”. Siempre fue fácil detener al más débil, al más frágil, al más inestable, al que no puede ejercer ni fuerza, ni presión porque llegó con lo puesto a un lugar tremendamente hostil. Hoy un artículo de El País Semanal esclarecía la vida que numerosas inmigrantes padecen tras llegar al país soñado: la prostitución. 

Sin embargo, detener al verdugo, a las mafias que trafican con inmigrantes, a los empresarios que hacen de su ilegalidad un motivo para restringirles derechos o los caseros que les cobran millonadas por el alquiler de una habitación hacinada de personas, detener a los que se aprovechan de su situación, siempre supuso más controversia social.

¿Por qué nos esmeramos en tratar de eliminar a los que son los vencidos del sistema, en barrer el exponente más inocente de una interminable cadena de delitos? Se trata de un intento más, en la categorización del inmigrante dentro de un prototipo nada halagueño. Pero más horrible es, que estas personas que tan despectivamente las consideramos, son seres que tuvieron huir de sus hogares, personas que vienen a conseguir un pedazo de pan de nuestra estructura, una estructura que nos aporta un enorme beneficio, y que a ellos les ha convertido en seres famélicos, moribundos, en los lugares que por azar les tocó aparecer. Pedazo de pan, que a diferencia de muchos españolitos o lo consiguen o perecen. Cómo puede llegar a tal punto el egoísmo de los “desarrollados” que se preocupan de expulsar a aquellos que no tienen qué comer, que los envían a los lugares que por razones de supervivencia tuvieron que abandonar por un camino que tratamos concienzudamente que sea cada vez más complejo.

Pero además, este maldito informe echa por tierra lo que muchos ya considerábamos intacto. Os podéis imaginar la estampa de nuestras calles en un día como el de mañana. La policía sospechará, parará, interrogará a cientos de personas, siempre con un color y unos rasgos físicos determinados. Con este, como único criterio a la hora de identificar ilegales. ¡Adiós a la presunción de inocencia! ¿No es esta una discriminación por razón de raza? Pero, aún peor es, que esta medida no viene de ningún desalmado especulador, ¡No!, proviene del Estado, ¡Sí!, ese que se supone democrático, del bienestar, que se erige como garante de derechos, que se otorga la justicia mundial, que defiende la convención de Ginebra, los Derechos Humanos, ese que es exponente de la sociedad, que se jacta de su moral, de sus principios.

En definitiva, la caza y captura de los débiles, es una de las prioridades de la policía local madrileña. Mañana su criterio será el color de piel y los rasgos de los transeúntes, con el único objetivo de alcanzar la cifra impuesta. ¿Dónde quedan los Derechos Humanos, la igualdad y la justicia, si son las propias instituciones las que se lanzan a hacer semejantes tareas?

sábado, 14 de febrero de 2009

Saludos

Muy buenas, a todos los que me visitáis, por primera, por última o por enésima vez. En mi primera entrada, pensé que debería antes de nada saludar y continuar presentándome. Pretendo escribir reflexiones, personales pero no íntimas, aunque dios sabe en qué evolucionará. Os puedo prometer pocas cosas, lo siento. Ni siquiera constancia, lo intentaré, mucho menos calidad. Nace con la intención de que todo aquello que quiero expresar no se quede en una carpeta inaccesible de mis documentos, sino que sirva. Casi siempre para nada, pero alguna para algo. Visiones diferentes de nuestro mundo, que la mayoría, lo advierto, serán utopías inalcanzables. Es un paso, publicar lo que pienso. Me supone riesgo excitante. Ah, por cierto, una manía, la letra grande.

 

El nombre ha sufrido transformaciones. Zancadas de enano, creo que me puede definir, pretendo dar grandes pasos como si de un gigante me tratase pero no me doy cuenta que mis pasos, por muy grandes que intente que sean, por mucho que estire las piernas, son en realidad de enano. Una colina se convierte en una increpante montaña y un suave valle es un fuerte precipicio. Quizá con este blog aspire a que los pasos sean cada vez más largos para poder sortear con más eficacia los escollos de la naturaleza.

Aquí nació.

Espero que os guste.